miércoles, 18 de noviembre de 2009

Miedo y acoso.

Cuando estamos afectados por el nerviosismo, la angustia o el estrés, nuestro cuerpo adapta varias de sus funciones para lo que se llama respuesta de lucha o huida: el corazón aumenta de ritmo para enviar más sangre a todas las zonas del cuerpo, los músculos se tensan preparándose para un esfuerzo físico y la respiración se acelera y se hace menos profunda para disponer de un suministro de oxígeno constante y rápido[1].
Asimismo, el miedo, la capacidad de sentir miedo, es un factor de adaptación positivo para el ser humano. Sentir miedo ante un estímulo amenazante nos permite conservar la vida durante más tiempo[2]. De esta forma, la percepción del propio miedo y el estrés son generados por nuestro sistema para prevenir los ataques y ser capaces de adaptarse a ellos y salvar nuestra vida.
El hombre difiere del animal por el hecho de ser el único primate que mata y tortura a miembros de su propia especie sin razón alguna, ni biológica ni económica, y siente satisfacción al hacerlo. Es esta agresión maligna la que constituye el verdadero problema y el peligro para la existencia del hombre como especie[3].

[1] R. SANTANDREU, Escuela de felicidad, Barcelona 2009, pág. 68.
[2] I. PIÑUEL, Mi jefe es un psicópata, Barcelona 2008, pág. 13.
[3] E. FROMM, Anatomía de la destructividad humana, Madrid 1987.

1 comentario:

rasputín dijo...

Históricamente, el peor enemigo del hombre, en cualquiera de las etapas de la Historia, ha sido siempre el propio hombre.
También se debería seguir luchando por declarar la violencia no física, ejercida sistemáticamente contra una persona, como un acto de terrorismo.
Abrazos.